La Luna representa en astrología la función de contacto; apertura o cierre al contacto con otros.
Gracias al contacto confirmamos nuestra existencia individual en el mundo, al vernos reflejadas en otros y en sus reacciones. También nosotras reaccionamos con nuestra Luna al contacto; podemos sentir antipatía y "no querer abrirnos" o podemos sentir "simpatía" y abrirnos a la relación, experimentando una amplia (en realidad inacabable) gama de sentimientos tales como alegría, compañerismo, amistad, amor, etc. Ambas reacciones (apertura o rechazo) son legítimas y necesarias.
Gracias al contacto confirmamos nuestra existencia individual en el mundo, al vernos reflejadas en otros y en sus reacciones. También nosotras reaccionamos con nuestra Luna al contacto; podemos sentir antipatía y "no querer abrirnos" o podemos sentir "simpatía" y abrirnos a la relación, experimentando una amplia (en realidad inacabable) gama de sentimientos tales como alegría, compañerismo, amistad, amor, etc. Ambas reacciones (apertura o rechazo) son legítimas y necesarias.
Pero ¿qué ocurre una vez dentro de estas relaciones?
No todo es sencillo, pues el mundo emocional es un mundo donde cuentan detalles y la sensibilidad.
En primer lugar, la Luna, cuya luz en realidad proviene del Sol, refleja hacia afuera lo que llevamos dentro. Todos experimentamos el mundo que nos rodea según nuestros propios matices. Es bien conocido que una misma realidad no es la misma para dos personas (test de Rorschach, 1921). Aplicamos a la realidad que observan nuestros sentidos nuestro mundo interior. Así, una pareja que espera un bebé empieza a "observar" más embarazadas alrededor o cuando quieres comprarte un coche de color blanco no ves más que coches de ese color por la calle.
En el mundo de las relaciones este mecanismo de reflejo está muy activo. Cuando algo nos preocupa, tendemos a interpretar las reacciones del otro según nuestra particular preocupación. Esto les pasa a hombres y mujeres por igual. ¿Cuántas discusiones no hemos empezado por estar más sensibles hacia ciertos temas?
Por otro lado, en la vida de pareja, es habitual que el otro nos señale defectos o nos reproche cosas que no queremos ver dentro de nosotros mismos. Esto es otro ejemplo de ese mecanismo reflector de la Luna, que proyecta fuera la luz que lleva dentro. Piénsalo, ¿es posible que lo que te reprocha el otro lleve un poquito de razón?
Por este motivo, en las discusiones de pareja, cuando la Luna se pone especialmente protestona (tiene derecho, es nuestra niña interior), es útil preguntarse en qué parte lleva razón el otro (qué hay de mí que yo no estoy viendo) o qué puedo hacer yo al respecto y, desde ahí, comenzar la negociación (evidentemente, el otro también tiene su Luna y también necesitará darse cuenta de su parte).
Igual que la Luna arroja luz al exterior, puede iluminar nuestra comprensión de un problema.
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