Mercurio en nuestra carta habla de la capacidad de utilizar el lenguaje y comunicarnos. Visto así parece muy simple, ¿no? Sin embargo, es gracias a la capacidad de usar el lenguaje que pensamos y reflexionamos. Imaginad la de avances que ha permitido esto en el ser humano, empezando por el mero hecho de no matarnos los unos a los otros :)
El pensamiento nos ha llevado también a tener una imagen más adecuada de cada una de nosotras. Pensamientos como ¿quién soy yo? ¿qué es lo que más valoro? ¿qué deseo? nos mueven en el mundo y nos permiten tener más clara nuestra identidad.
El pensamiento nos ha llevado también a tener una imagen más adecuada de cada una de nosotras. Pensamientos como ¿quién soy yo? ¿qué es lo que más valoro? ¿qué deseo? nos mueven en el mundo y nos permiten tener más clara nuestra identidad.
Mercurio también nos permite comunicarnos. La comunicación es un arte, y como en todo arte, sólo la práctica nos da habilidad en él. Oír sin escuchar no es un don de Mercurio. Escuchar sin comprender tampoco. Son las personas que nos entienden las que más a salvo nos hacen sentir. La comprensión brinda intimidad entre dos personas. Por eso muchos de los problemas de pareja (¿acaso todos?) se pueden solucionar desde el diálogo y el entendimiento.
[Diálogo: me pongo en el lugar del otro, sin perderme]
Así que Mercurio es, en sí mismo, un recurso y un don que vamos aprendiendo y utilizando a lo largo de toda nuestra vida. Primero aprendimos las primeras palabras (siempre por amor: alguien nos quiso y nos las enseñó). Luego aprendimos a leer, a escribir, a hablar, a hacer dictados y redacciones. Nos maravillamos con la capacidad de escuchar historias (y de inventarlas). Más tarde comprendimos cuán provechoso era contar con amigos, confiarles nuestras cosas, disfrutar de su presencia. Y así podemos seguir hasta el último día de nuestra vida porque la comunicación (con una misma y con los demás) es algo que está presente desde que nacemos hasta que morimos.
¿Cómo hacer mejor uso de esta capacidad y de este regalo?
Aquí se me ocurren varias ideas:
- Prestar atención a cómo nos expresamos cuando estamos con otros. ¿Dan mis palabras una buena idea que quién soy/ o de quién quiero ser?
- Observar también nuestro diálogo interno. ¿Nos tratamos con un lenguaje cariñoso? Por ejemplo, ¿nos damos permiso para estar en cada momento? (estar calmada, irascible, enfadada, cariñosa, necesitada, mimosa, rebelde, discrepante, etc.)
- ¿Puedo usar el lenguaje para hablar de mí, de mi intimidad, de mis emociones, de mis anhelos... sin titubear, sin sentirme asustada?
- ¿Tengo palabras favoritas, palabras que significan mucho para mí ("libertad", "amistad", "salirme por la tangente", "salirme", "refugiarme", etc.)? ¿Las uso o las introduzco a menudo en mi vida?
- ¿Cómo me comunico y creo intimidad con los demás? ¿Me sirve para arreglar las cosas, conocer mejor a los demás, conocerme mejor a mí misma? ¿O las palabras que me salen no las controlo, o no se ajustan a lo que quiero decir, o me salen de forma inoportuna?
- ¿Soy curiosa? ¿Me gusta aprender, debatir, escuchar las opiniones y formas de ser y estar en el mundo de otros?
- ¿No puedo parar de hablar, o de pensar?